O dicho de otro modo cómo pasarse la LOPD por el forro; aunque para ser justos diré que no estoy muy versado en temas legales, es lo que tiene no haber terminado la carrera de derecho y en mi caso particular, no haberla empezado.
Se supone que la susodicha Ley, gestionada por la Agencia Española de Protección de Datos nos protege del uso indiscriminado por parte, principalmente, de las empresas de nuestros datos personales. Datos que generalmente intercambian con otras empresas o que incluso podrían llegar a vender si se diese el caso, tampoco es que esto último sea una práctica poco habitual, al menos a nivel global.
Siguiendo con la Ley de marras la comunicación de datos personales a terceros debe efectuarse bajo consentimiento expreso del afectado, salvo que yo haya leido mal o no lo entendiese bien, que todo es posible.
Y aquí es donde aplicamos el refrán aquel de «hecha la ley, hecha la trampa» ya que por ejemplo los bancos (Bankia uno de ellos) no te piden el consentimiento expreso para facilitar tus datos a otras empresas, lo que hacen es todo lo contrario que es pedirte que si no quieres que vayan por ahí dándoselos a cualquiera vayas y se lo digas.
Podríamos deducir que se aprovechan de la pereza que le puede suponer a la mayoría de la gente acercarse a su oficina a pedir expresamente que no lo hagan y es que de hacerlo como mandaría la lógica para la gente sería el mismo problema, la misma pereza, pero las probabilidades de que la gente fuese a autorizarles a hacerlo es mínima, prácticamente nadie perdería una mañana para que le estén tocando los huevos por teléfono a la hora de comer o le llenen el buzón del correo con multitud de ofertas.
Y esto es lo que nos toca vivir en el Siglo XXI, dejamos de lado el consentimiento expreso y nos conformamos con que si el cliente no ha ejercido la opción de rechazo es que está de acuerdo.
Lo único bueno es que las cartas no son certificadas así que uno siempre podría alegar, llegado el caso, no haberlas recibido.
#Y esto es lo que nos toca vivir en el Siglo XXI, dejamos de lado el consentimiento expreso y nos conformamos con que si el cliente no ha ejercido la opción de rechazo es que está de acuerdo.
Creo que ahí lo has resumido perfectamente….
Claro, «el que calla, otorga», que se decía en la edad moderna, para poder acusarte de lo que les daba la gana. Estos hacen algo parecido, mira tú, por donde puede ser que los de Venca me toquen la moral en el buzón y el mail…
Claro, “el que calla, otorga”, que se decía en la edad moderna, para poder acusarte de lo que les daba la gana. Estos hacen algo parecido, mira tú, por donde puede ser que los de Venca me toquen la moral en el buzón y el mail…
+1